viernes, 16 de enero de 2009

Editorial

El peor lastre de la sociedad está en la descomposición de la familia. Miles de niños, adolescentes y jóvenes tienen papá y mamá, pero son huérfanos, están sumidos en el abandono producto de la irresponsabilidad imperante en la sociedad.
El eje cafetero colombiano es la zona con más problemas de familia, porque de esta región ha emigrado al exterior el mayor número de padres dejando sin amparo y absolutamente expósitos a sus hijos. Progenitores convencidos de estar resolviendo sus problemas familiares en materia económica, pero que por su abandono, agravan la situación de la sociedad, atrofian el camino y descomponen por completo el futuro de la juventud. Los hijos, la familia, la moral, los principios, todos los valores, quedan al garete. Son llevados por el arroyo de la descomposición que impera en un medio turbio y en el que la niñez, la adolescencia y la juventud son víctimas de los criminales y verdugos que atentan a diario y en todo momento contra la infancia desprotegida. Se acabó el humanismo natural, el espontáneo que surgía de los padres para enriquecer el conjunto de tendencias intelectuales y filosóficas que en la historia de la humanidad sirvieron para el desarrollo esencial del ser humano. El padre es el macho que engendra el hijo. Se presume que es la cabeza de una estirpe o familia, es su creador o iniciador, empero deja de serlo, cuando como en estos tiempos, huye a sus deberes y obligaciones, abandona a sus hijos y los convierte en huérfanos de padre vivo. Madre es la mujer que ha tenido hijos, es el origen mismo de la vida, es como la ciencia para la orientación y guía de sus hijos, pero deja de serlo, cuando tira los deberes que le impone la ley natural y que normatizan las leyes de los hombres. No lo es cuando convierte a sus hijos en huérfanos de madres vivas. La situación actual impone autoridad, exige compromiso, obliga a responder a cada cual por sus obligaciones. A la familia, la sociedad y el estado, a la comunidad toda, forzar las decisiones y conseguir los objetivos de salvación indispensables para que no perezca la unidad familiar, para que se salven los hijos y para que los padres asuman las verdaderas obligaciones, las de mayor valor, peso y significado por su condición de progenitores. El problema de los hijos huérfanos teniendo padres, es producto de la ofuscación de la conciencia, de la incapacidad de pensar con claridad, del desmedido materialismo. Hay que volver los ojos a la familia para salvar a los hijos, para restablecer el orden moral y recuperar los valores y el significado de la familia en la sociedad. La mejor plataforma, el medio a utilizar para conseguir la recuperación de la familia, es su unidad, volver a ella, reorientarla hasta conquistar plenamente las necesidades hoy insatisfechas. La sociedad está disminuida por el derrumbamiento de sus principios. Cayeron sobre las estructuras familiares y por su derrumbamiento está fracturada la sociedad. Por eso tambalea, aunque es posible encontrar en qué apoyarse para evitar su caída final. La abogada Luz Amparo Bueno Díaz es la procuradora de familia en el Quindío y a ella la Procuraduría General de la Nación le ha encomendado la coordinación de un programa mediante el cual se conoce la realidad de este conflicto interno y degradante de la familia en los departamentos de Antioquia, Caldas, Quindío y Risaralda. En los avances del organismo y en procura de encontrar soluciones a esta problemática social que nos agobia, la señora Bueno Díaz ha formulado un llamado a los padres, a la familia en general, a la sociedad por supuesto y de manera particular a los medios de comunicación, para que se yergue incólume la decisión de unificar a la familia para poder salvarla, por el bien general de la gente que se relaciona entre sí y con la esperanza de una mayor convivencia, de un país mejor, de unas generaciones con más horizonte y seguro porvenir.

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