Editorial viernes 28 11 08
¡Que los liberen a todos¡
Esta es la primera exigencia hoy, en la nueva marcha o jornada por la libertad de los secuestrados en Colombia. Los políticos más representativos hasta hace poco privados de ese derecho, ya no son carnada de la narcoguerrilla.
Los que quedan son en su mayoría, ciudadanos comunes y corrientes. Algunos oficiales, soldados y policías y todos obviamente colombianos a quienes hay que garantizarles el derecho a la vida porque él es inviolable y porque además en este país según reza la constitución “nadie será sometido a desaparición forzada, a torturas ni a tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley”. Lo que hoy se le pide a la narco guerrilla del país, es que dejen ya libres a todos nuestros hermanos.
Estamos hartos de esta modalidad criminal, el país está cansado del fastidio, la molestia, la desesperanza y el dolor que a la sociedad le ha causado el delito del secuestro. No más compatriotas pudriéndose en las selvas, no más crímenes de lesa humanidad, no más torturas para Colombia.
Que los liberen a todos es nuestra consigna. La de este medio y la de todos los medios periodísticos y de comunicación en Colombia. Que desencadenen a los seres de carne y hueso en poder de la barbarie, atados y privados de su libertad por manos criminales.
Basta ya de venganzas crueles contra ellos. ¡Basta ya¡. Pedimos y exigimos cesación para sus penas y dolores, alivio físico y moral para las víctimas de la violencia desatada contra el derecho a la libertad.
Si el Estado está obligado a promover las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y si todos somos Estado, aquí estamos hoy de nuevo promoviendo y exigiendo la libertad de nuestros compatriotas hermanos secuestrados. Atendiendo la invitación de Ingrid Betancurt, ya no con “odio en el corazón”, sino confiando en la conciencia humana, en el espíritu nacionalista de todos, incluidos aquellos por tanto tiempo declarados enemigos de la patria. Es también este día propicio para un llamado a la reconciliación y la armonía entre los colombianos. Para que los delitos graves que han conllevado a que se derrame sangre de inocentes, no se cometan más. Para que el genocidio y la exterminación de ciudadanos no tengan continuidad ni en campos, ni en ciudades, pero tampoco en las selvas colombianas.
La criminalidad, la proporción de delitos contra la libertad y la vida, nos tienen hartos a todos. Estamos saturados del mal y no queremos más ni al delito ni a los delincuentes. Queremos crisol para la patria y como un medio de purificación moral e intelectual para el pueblo colombiano.
En Armenia y en los municipios del Quindío todos estamos invitados a la nueva marcha, a este grito universal nacionalista y para que la voz de todos los colombianos en el mundo se escuche clamorosa por la libertad, por la vida y por la justicia. Un grito quizá, por la justicia social, para que los criminales de todos los pelambres se abstengan ya de sus abusos, de sus faltas contra los pobres y de sus atentados contra la estabilidad y el orden de la nación. Los constructores de pirámides son producto de esa misma conciencia criminal tendida sobre el suelo de la patria, buscando que todos, que los colombianos de todos los estratos, caigan en la red de la corrupción y el crimen galopante. Los secuestrados están en circunstancia de debilidad manifiesta, están solos, lejos de los suyos, alejados del mundo y cohibidos, impotentes, sin poder gozar de la libertad a la que tienen derecho. Los secuestrados de la narco guerrilla y de todas las organizaciones delincuenciales del país, son nuestros hermanos. ¡Que los liberen a todos¡.